sábado, 6 de octubre de 2012

Juego Números naturales y romanos

Juegos dedicados al aprendizaje de número naturales y romanos. Una de las mejores formas de aprender es jugando.

Juego de números naturales y romanos

Aprende jugando

En el siguiente enlace se muestra un juego sobre Provincias y Comunidades Autónomas de España.

Trivial España

JUEGOS DE ORTOGRAFÍA

Juegos dedicados a alumnos de primaria para que sepan diferenciar entre b y v;  c,z y s;  j,g y gu.

B Y V

C,Z Y S

J, G, GU

Juegos matemáticos de Masa y volumen

Juegos y problemas matemáticos para alumnos de 5º de Educación Primaria.

Juego

Problemas


Ejercicio Ortografía


Ejercicio de acentuación

Recurso de http://lenguayliteratura.org

Comprensión lectora


Ejercicio de comprensión lectora. (Recurso de http://lenguayliteratura.org, gracias)

LECTURA 59. Historias de aquí

 
 Van camino de su último destino: el puerto de Bilbao. Recorren las bravías aguas del Cantábrico y adivinan a lo lejos las escarpadas y altivas costas de la cornisa cantábrica. Algún día – pensaba Sebas – visitaré estos lugares tan preciosos. Estaba ojeando un libro de cuentos de los que su padre había comprado en Nueva York, de un autor vasco, Atxaga, con un título escrito en su lengua materna: “Obabakoak”. Comenzó a leer uno cuyo título también era singular, ya que estaba escrito en latín: “Post tenebras spero lucem”. “El barrio más alejado de Obaba se llamaba Albania, y no tenía ni carretera, ni edificio propio para la escuela; de tal forma que, al no haber otra posibilidad, los niños del lugar aprendían el abecé y todos los demás signos – así como dónde estaban Dinamarca y Pakistán, o cuánto sumaban cuarenta y seis más veintisiete – en el viejo salón que el hostal del barrio tenía en la primera planta.
           
Componían entre todos un grupo de treinta y dos alumnos, de los cuales diecisiete eran chicas y quince chicos; y todas las mañanas – tras haber cruzado el portal abarrotado de odres de vino y de aceite – formaban en fila india detrás de la maestra y subían primero ocho, luego diez, y a continuación cinco peldaños de la escalera, llegando, por fin – si la suma me sale bien – al último de los veintitrés escalones que eran en total. Y una vez en la improvisada aula, se distribuían por los pupitres siguiendo un orden de edad: sentándose los menores en los bancos delanteros, quedándose atrás del todo los adolescentes de catorce años que debían vérselas con la gran enciclopedia tan completa, tan difícil, de Dalmau Carles.
Finalizaban sus quehaceres a las cinco de la tarde y bajaban – a la desbandada y armando gran alboroto – primero cinco, luego diez, y a continuación ocho peldaños de la escalera, veintitrés en total, y se dirigían hacia sus casas en busca de su merienda de pan con chocolate, o bien, si no, a jugar y a divertirse en el lavadero, con sus barcos de corcho, con sus botellitas de cristal.
A las cinco de la tarde, por tanto, la maestra se quedaba sola ante la pizarra, reclinada sobre su larga mesa; y como era muy joven y llevaba, además, poco tiempo entre aquellas montañas, prefería quedarse en la escuela corrigiendo los ejercicios de sus alumnos antes que ir a casa, gris y blanca, que le habían asignado en las afueras del barrio, porque no se sentía en ella como en su propio hogar, sino muy extraña, muy sola.
           
Los días en Albania se le hacía a la maestra eternos, y pasaba la mayor parte de su tiempo libre escribiendo cartas. Le escribía, sobre todo, al hombre que ella, con mayúsculas, llamaba Su Mejor Amigo.  
Al no haber aquí carretera, vivo completamente sitiada, sin poder salir a ningún lado – le contaba en su primera carta -. El primer domingo después de mi llegada, bajé al pueblo, a las calles de Obaba, quiero decir; pero fue inútil, porque allí sólo hay tabernas, y tabernas en las que no está muy bien visto que entren las mujeres. Si te digo la verdad, se me hace muy cuesta arriba vivir sin los paseos que todos los de la banda – María, David, Carlos, Cristina, Ignacio, tú y yo – dábamos por el malecón. Cuando hay niebla o está lloviznando me paso las tardes tumbada en la cama y repasando mentalmente nuestras conversaciones de la playa. Los recuerdos del verano son, como ves, mi único consuelo. Pero no te creas, a veces también hace sol, y entonces me llevo a los niños a cazar mariposas. El día pasado, por ejemplo, cogimos una Nymphalis Antiopa enorme, la más gran que he visto en mi vida.” 


Actividades de Semántica

Ejercicios de semántica.

(Recurso de http://lenguayliteratura.org, gracias)



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Sinónimos